El Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas ofrece al visitante un mundo lleno de sorpresas y satisfacciones continuas. Un paseo por estas sierras andaluzas nos llevará a la contemplación de la naturaleza en todo su apogeo, y la magia y encanto que en ellas se encierra, nos dejará la firme voluntad de volver a disfrutar en estas serranías.
Decir qué época del año encierra mayor belleza es tarea muy difícil, pues el invierno prepara la tierra con sus abundantes precipitaciones en forma de agua o nieve para el estallido de colores que brotan ufanos con la llegada de la primavera. Con la llegada del otoño, el paisaje se cubre de una amalgama de colores y de tonos ocres, amarillos y pardos que anuncian el cambio estacional; con las primeras lluvias se inicia en la segunda quincena de septiembre la berrea de los ciervos, y a primeros de octubre se inicia la “ronca” de los gamos. En noviembre comienzan los celos del muflón y de la cabra montés respectivamente… y de nuevo se pone en marcha la rueda de la vida.
Historia
Ya desde la Prehistoria la actividad humana destacó en el conjunto de estas sierras. Así lo atestiguan las cuevas y pinturas rupestres paleolíticas y la presencia de poblados íberos, a cuyo legado pertenece la diosa alada Astarté. La localización de estas tierras en el Alto Guadalquivir permitió que desde muy temprano fuese éste un lugar de paso para fenicios, griegos, iberos, romanos, etc., en su penetración desde las costas hacia el interior de Andalucía. Posteriormente estos parajes actuarían de frontera entre el Reino de Granada y Castilla. Durante el siglo XVIII sus grandes masas forestales sirvieron para la construcción de gran parte de las naves de la flota española, constituyéndose allí un almirantazgo; después estas comarcas siguieron desarrollándose quedando escritas importantes páginas de su historia que aún hoy nos resulta difícil rescatar.
Un patrimonio sin precio
Ante el importante valor de estas manifestaciones artísticas en la Península Ibérica, conocidas con el nombre de “arte rupestre levantino”, la UNESCO ha declarado recientemente al conjunto interprovincial de Jaén, Granada y Almería como Patrimonio de la Humanidad, incluyendo en tan destacado reconocimiento artístico-cultural gran número abrigos y de cuevas de este Parque Natural: cuevas con pinturas rupestres de Quesada, Segura de la Sierra, Santiago de la Espada, además de otras de Despeñaperros, también en la provincia de Jaén.
Sierra de Cazorla
La Cueva del Agua
Una de las primeras grutas naturales descubiertas en España, es una interesante formación caliza, donde se funden el agua del río Tíscar y la roca del Monte del Caballo. Las dos sierras se abrazan para dejar bajo sus entrañas el agua que se pierde caprichosamente entre saltos, pilones, cascadas y fuentes, para seguir su curso zigzagueante río abajo hasta formar el idílico Pilón Azul camino de la Aldea de Belerda. En su interior se celebran con ciertos dada su magnífica acústica y la belleza del lugar.
El Nacimiento del Guadalquivir
Para acceder a la Cañada de las Fuentes, lugar donde nace el río, hay que atravesar diferentes bosques y zonas escarpadas, y por supuesto, pasar por el Puente de la Herrería, del que dice la leyenda que fue construido en una sola noche cuando los soldados cristianos se trasladaban con la reina Isabel la Católica en lucha contra los musulmanes en la conquista del Reino de Granada.
La Cerrada de Utrero.
El río Guadalquivir, en su discurrir, se ha visto obligado a superar diferentes dificultades naturales. Así ha horadado paredes cortadas llegando a formar un valle profundo llamado Cerrada de Utrero.
Pero esa profundización ha dejado en zonas superiores y como colgados, pequeños arroyos afluentes que donan sus aguas a través de espectaculares saltos. El más atractivo es el Lanchar de Linarejos.
La Laguna de Valdeazores
Es paso obligado para los visitantes que desean hacer la ruta entre la Cerrada de Utrero y el Salto los Órganos.
El Charco de la Cuna
En el transcurrir del Río Borosa, es una sucesión de pequeñas cascadas, donde los estratos adquieren una disposición vertical a consecuencia de su plegamiento y también debido a la erosión de las aguas.
Sierra de Segura
Los Campos de Hernán Pelea constituyen una desarbolada altiplanicie a 1.600 m de altitud, cuyo paisaje lunar es un claro exponente del modelado kárstico, bajo un cielo donde siempre planea el buitre leonado en busca de los despojos de las ovejas. Nacimiento del Segura. Se accede al nacimiento del río Segura a través la localidad de Pontones.
El marco del nacimiento es un entorno rodeado de ancestrales cortados que forman abrigos naturales en los que se han encontrado pinturas rupestres. El río surge en una pequeña balsa, con una cueva en su fondo y ya desde el principio brota con firme energía. Destaca el bello color del agua. Valle del Segura es un barranco formado por el río.
Desde él se puede observar el poblado de Toba, en el que nace un río con un corto recorrido, apenas 300 metros, pero caudaloso. También el Embalse de Las Anchuricas, construido en la década de de los años cincuenta del siglo pasado.
Sierra de las Villas
La Cascada de Chorrogil está situada en la ruta del mismo nombre, junto al pantano de Aguascebas. Su visita es muy recomendable por su sorprendente belleza.
En esta sierra nace el Aguascebas Grande, también conocido como el Aguascebas de Gil Cobos. Es aconsejable visitar la zona de confluencia con el Aguascebas Chico, junto con el que desemboca en el Guadalquivir a la altura de la localidad de Mogón, próxima a Santo Tomé.
En este punto se congregan bastantes bañista en verano, para refrescarse en las aguas limpias de la cuenca alta de los ríos.
En la Cueva del Peinero, rincón de gran belleza, sobre todo cuando está nevado, podremos observar el espectacular tajo que se ubica a sus pies y a la famosa Violeta de Cazorla, una especie endémica del Parque.
En el Mirador de El Tapadero se abre una impresionante panorámica en la que se observa gran parte de la Sierra de las Villas. El río Guadalquivir, cuando ya empieza a despedirse de las sierras del Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas, ofrece rincones de gran belleza. Uno de ellos, por debajo del muro del embalse del Tranco, es el famoso Charco del Aceite, uno de los sitios más frescos para bañarse en verano en la sierra. El lugar está acondicionado con zonas recreativas.